viernes, agosto 17, 2007

Un golpe al reggaeton


El reggaeton se originó en Costa Rica. Se estableció en el Perú a mediados del 2003. Actualmente lo siguen bailando como el primer día de su lanzamiento Con el transcurrir de los años, los jóvenes han generado temas de mucha controversia que se adaptan a la nueva era, por así decirlo, también se adaptan a los diversos tipos de baile que traen las nuevas generaciones. Tal es el caso del baile denominado ‘perreo’ que proviene del reggaeton que vendría a ser la música de este baile.
El reggaeton es la fusión del regga, rap y hip hop; dicho estilo musical se baila de una manera no convencional, por eso ha causado tanto revuelo en nuestra sociedad conservadora.

El término perreo se le atribuye al baile, puesto que el cuerpo ejecuta unos movimientos que tratan de imitar a los de una cópula, es decir la unión sexual. En este baile hay un fingido coito sexual contra natura (por detrás), es en ese instante que se imita a los cuadrúpedos, en particular al perro, por ende se creó el término perreo que es un sustantivo derivado del verbo perrear.

Este baile es visto con horror y burla, a su vez es considerado un baile marginal por parte de los sectores A y los conservadores, pues consideran que en este baile el cuerpo que es una parte del ser individual pasa a ser compartido con otra persona, además todo es mostrado a través de los movimientos, por eso no es necesario quitarse la ropa.

A pesar de todo, este baile es visto como representante de la dimensión de un cuerpo obsceno, que se opone al cuerpo serio, controlado y medido en los bailes de los jóvenes de condiciones socioeconómica alta, donde existe un distanciamiento de los cuerpos; por esa razón este nuevo género musical no es bien visto por los sectores altos.

Se puede afirmar que durante la ejecución de este baile hay un roce, este contacto, establece un ritual de proximidad mediante el cual los jóvenes se transmiten energía.

Por cierto, el reggaeton a pesar de ser considerado obsceno por la forma de bailarlo también ha generado un cierto rechazo por la letra que compone su música, pues en la gran parte denigra a la mujer tratándolas de ‘gatas celosas, perras en celo y más’.

En fin, el baile sexual es un entonador de la libido que obra como estímulo eficaz para la copulación ulterior que vendrá inmediatamente después de que la pareja haya bailado unos 20 o 30 minutos, después de los cuales dejará de bailar y se retirará para efectuar el coito, pero si continúa bailando hasta agotarse entonces el baile le habrá servido para satisfacer su necesidad sexual.

Antiguamente se consideraba que lo sexual era ahuyentador del infortunio por eso se realizaba en diversos rituales mágico-religiosos que se vinculaban con los ritos agrarios, los cultos, la fertilidad y la madre tierra; esto se realiza para propiciar las lluvias y la abundancia de las cosechas, es más para alejar la desgracia y protegerse del mal de ojo.

Asimismo, ocurre en algunas culturas de África, la Polisemia y en algunos espectáculos pornográficos en la actualidad; el coito se puede ejecutar bailando con acompañamiento musical y en presencia de todo el mundo.

Por consiguiente, aún no estamos listos para poder presenciar uno de estos actos porque nos encontramos en una sociedad muy conservadora, donde los temas sexuales continúan siendo un tabú, y esta es la causa principal de la alta taza de natalidad en el Perú.

Un artista plástico autodidacta

Muchas veces ser joven es sinónimo de ser inexperto, pero no es el caso de Rember Yahuarcani que con sólo 21 años ha recibido numerosos reconocimientos como artista plástico en nuestro país.

Este artista amazónico ha realizado exposiciones individuales y colectivas en distintos museos y centros culturales de varios departamentos del Perú, sus obras también se exhibieron en países como, Polonia, Suiza, Brasil y Ecuador.

Con una sonrisa tímida Rember recuerda que el arte en la amazonía empieza a hacerse notar en los años 70, “básicamente se hacen trabajos con fines turísticos, para recuerdos y souvenir”, enfatizó. En ese tiempo todavía no plasmaban la cosmovisión ni los mitos. Ya en los años 90 se trata de enfocar más la historia y rescatar la visión que se tiene sobre la amazonía, en este caso el artista representa más las costumbres y mitos de su grupo étnico, los Uitotos.

Sus obras recrean principalmente las costumbres, creencias y mitos ancestrales de su pueblo, llenos de magia y misterio; una mirada distinta del mundo que permite acercarnos y conocer un poco más de la diversidad de nuestras culturas que aún están ocultas en nuestro país.

El nacimiento de su habilidad

La afición por el arte plástico que tiene Rember Yahuarcani surge por influencia de su familia, ya que sus padres han estado ligados a la artesanía (tejidos, pintura, escultura y tallados en madera) desde que él tiene uso de razón. Por eso el gusto por la pintura iba creciendo cada día más en mí, sostiene sobre sus inicios artísticos.

Las pinturas de animales fueron las primeras obras realizadas por este artista. Esos trabajos iniciales florecieron por causas del destino, pues el experto no pudo continuar con sus estudios durante un año, tiempo en que ayudó a su padre en la artesanía. Es así que aprende mirando el trabajo que hacía su progenitor. “Nunca estudié pintura, tampoco mi padre, la naturaleza nos enseñó a colorear”, asegura con convicción.

“Sólo trato de contar a través de mi pintura, la historia, cuentos, mitos, leyendas y costumbres de los Uitotos, que mi abuela Jañao me contaba”, resalta Yahuarcani. Además explica que para la elaboración de sus pinturas utiliza tierra, tintes naturales, y esboza sobre llanchamas (telas hechas de corteza de un árbol llamado ojé)”.

Rember considera que su misión es dar a conocer mediante sus obras a su pueblo y su cultura para preservarlo en el tiempo, antes de que sus mitos y tradiciones se pierdan con los avances de la modernidad.

“El artista no debe ser considerado como artesano, sino como creador”, asegura Rember satisfecho con su trabajo. No obstante con planes de realizar más exposiciones.

Estudiar en bellas artes no es un sueño que lo desvele a Rember Yahuarcani, aunque es conciente que le ayudaría a mejorar su técnica, sin embargo, él prefiere estudiar antropología sin desligarse de la pintura.

Este carismático personaje ama tanto la pintura que produce varios ejemplares sin fin de venderlo, pero sentencia que si alguno “tiene salida” está bien. Nunca repite un cuadro, y siempre trata de decir algo nuevo en cada cuadro. “Mi intención es hablar sobre mi pueblo, por eso será que quiero estudiar antropología” añade finalmente.

Un artista plástico autodidacta

Muchas veces ser joven es sinónimo de ser inexperto, pero no es el caso de Rember Yahuarcani que con sólo 21 años ha recibido numerosos reconocimientos como artista plástico en nuestro país.

Este artista amazónico ha realizado exposiciones individuales y colectivas en distintos museos y centros culturales de varios departamentos del Perú, sus obras también se exhibieron en países como, Polonia, Suiza, Brasil y Ecuador.

Con una sonrisa tímida Rember recuerda que el arte en la amazonía empieza a hacerse notar en los años 70, “básicamente se hacen trabajos con fines turísticos, para recuerdos y souvenir”, enfatizó. En ese tiempo todavía no plasmaban la cosmovisión ni los mitos. Ya en los años 90 se trata de enfocar más la historia y rescatar la visión que se tiene sobre la amazonía, en este caso el artista representa más las costumbres y mitos de su grupo étnico, los Uitotos.

Sus obras recrean principalmente las costumbres, creencias y mitos ancestrales de su pueblo, llenos de magia y misterio; una mirada distinta del mundo que permite acercarnos y conocer un poco más de la diversidad de nuestras culturas que aún están ocultas en nuestro país.

El nacimiento de su habilidad

La afición por el arte plástico que tiene Rember Yahuarcani surge por influencia de su familia, ya que sus padres han estado ligados a la artesanía (tejidos, pintura, escultura y tallados en madera) desde que él tiene uso de razón. Por eso el gusto por la pintura iba creciendo cada día más en mí, sostiene sobre sus inicios artísticos.

Las pinturas de animales fueron las primeras obras realizadas por este artista. Esos trabajos iniciales florecieron por causas del destino, pues el experto no pudo continuar con sus estudios durante un año, tiempo en que ayudó a su padre en la artesanía. Es así que aprende mirando el trabajo que hacía su progenitor. “Nunca estudié pintura, tampoco mi padre, la naturaleza nos enseñó a colorear”, asegura con convicción.

“Sólo trato de contar a través de mi pintura, la historia, cuentos, mitos, leyendas y costumbres de los Uitotos, que mi abuela Jañao me contaba”, resalta Yahuarcani. Además explica que para la elaboración de sus pinturas utiliza tierra, tintes naturales, y esboza sobre llanchamas (telas hechas de corteza de un árbol llamado ojé)”.

Rember considera que su misión es dar a conocer mediante sus obras a su pueblo y su cultura para preservarlo en el tiempo, antes de que sus mitos y tradiciones se pierdan con los avances de la modernidad.

“El artista no debe ser considerado como artesano, sino como creador”, asegura Rember satisfecho con su trabajo. No obstante con planes de realizar más exposiciones.

Estudiar en bellas artes no es un sueño que lo desvele a Rember Yahuarcani, aunque es conciente que le ayudaría a mejorar su técnica, sin embargo, él prefiere estudiar antropología sin desligarse de la pintura.

Este carismático personaje ama tanto la pintura que produce varios ejemplares sin fin de venderlo, pero sentencia que si alguno “tiene salida” está bien. Nunca repite un cuadro, y siempre trata de decir algo nuevo en cada cuadro. “Mi intención es hablar sobre mi pueblo, por eso será que quiero estudiar antropología” añade finalmente.

lunes, agosto 13, 2007

Una visita a Pachacamac


Para disfrutar de un fin de semana largo no es necesario salir de Lima. Nuestra capital ofrece variadas alternativas de destinos turísticos que, nos abren las puertas hacia nuestra historia. Entre ellas tenemos a pocos minutos al sur de la ciudad, las ruinas de Pachacamac.

Realmente, ningún pretexto es válido para dejar de visitar y conocer un lugar que nos transporta al pasado. Este santuario al Dios Pachacamac se ubica a 30 kilómetros de Lima, en el distrito de Lurín.

Hace más de mil años, antes de la existencia del imperio incaico, Pachacamac era un importante centro religioso. En este centro se rendía culto a su divinidad, es decir, al Dios Pachacamac, quien era considerado el Dios del fuego e hijo del sol. Del mismo modo se le conocía como el Dios de los temblores pues se le vinculaba con los movimientos sísmicos.

Muchos nobles creían en el oráculo (el Dios Pachacamac), pues consideraban que les permitiría ver el pasado y el futuro. También guardaban cierto temor hacia la deidad porque si lo hacían enfadar no contarían con las cosechas suficientes para subsistir. Tampoco nadie osaba mirarlo de frente, solo le hablaban de espaldas ya que la divinidad era capaz de enojarse y causar terremotos.

La imagen del señor Pachacamac fue encontrada por Alberto Giesecke en el Templo Pintado. La deidad estaba tallada en un palo de lúcumo, en la cual había representaciones antropomorfas, de aves e inclusive de plantas y felinos.

Algunos estudiosos aseguran que las figuras grabadas simbolizan una dualidad masculina y femenina. Además, en la parte inferior se puede apreciar pasajes de la vida del mundo andino como el Hanan Pacha o mundo de los de arriba, el Cay Pacha o el mundo del presente y el Uku Pacha o tierra de los muertos. Esta imagen se conserva hasta nuestros días en el museo de sitio de Pachacamac.



Circuito de las ruinas

En medio de un paisaje desértico y cerca al mar, descansan imponentes las ruinas de Pachacamac. Durante el recorrido nuestros ojos se despliegan al observar el material de construcción: barro, adobes y el color rojo que ha ido desapareciendo con el correr del tiempo.

En el recorrido se puede apreciar tres promontorios rocosos: El Templo del sol, el Templo Primigenio y el conjunto de Taurichumpi. Aparte están las construcciones en la parte baja como el Templo de la Luna o Acllahuasi. La plaza de los peregrinos se encuentra al pie del Templo del Sol y por último tenemos el Templo de Pachacamac.

Asimismo, se puede observar quince edificios piramidales con rampa y patios que se asientan en la parte baja y céntrica de la zona arqueológica. Estas pirámides sirvieron como depósitos para los alimentos e incluso asumían parte de la función mágico religiosa. La única diferencia entre las pirámides es el mayor o menor volumen arquitectónico y la orientación del eje de sus rampas.

En el Templo del Sol se puede apreciar que está conformada por terrazas que terminan en forma trunca y cuyos niveles se comunican por escaleras en lugar de rampas. Es la estructura mejor conservada y más elevada de Pachacamac (40 metros aproximadamente). Se edificó sobre un promontorio rocoso y está constituida por cinco especies de grandes andenes, que en conjunto conforman una pirámide trunca. Su forma es parecida a la de un caracol marino para el culto al agua.

Y está templo de Taurichumpi, denominado así por el curaca Taurichumbi que residía en este sector en tiempos de la invasión española y estaba encargado de la administración seglar. En este lugar llegaron a instalarse en algún momento Hernando Pizarro y su tropa.

Siguiendo con el recorrido llegamos a la plaza de los peregrinos, donde se reunían los feligreses que venían de distintos lugares para rendirle culto al oráculo. Los antiguos habitantes de Pachacamac cimentaron el Acllahuasi de las Mamaconas. Este recinto fue una especie de centro educativo para formar y adiestrar a las mujeres escogidas de diversas provincias del Tahuantinsuyo, que fueron destinadas al servicio religioso en los templos solares. El Acllahuasi fue excavado y restaurado por Julio César Tello.

Visitar Pachacamac no es caro para nada. Es una gran opción para conocer un poco más sobre nuestro milenario pasado.