Para disfrutar de un fin de semana largo no es necesario salir de Lima. Nuestra capital ofrece variadas alternativas de destinos turísticos que, nos abren las puertas hacia nuestra historia. Entre ellas tenemos a pocos minutos al sur de la ciudad, las ruinas de Pachacamac.
Realmente, ningún pretexto es válido para dejar de visitar y conocer un lugar que nos transporta al pasado. Este santuario al Dios Pachacamac se ubica a 30 kilómetros de Lima, en el distrito de Lurín.
Hace más de mil años, antes de la existencia del imperio incaico, Pachacamac era un importante centro religioso. En este centro se rendía culto a su divinidad, es decir, al Dios Pachacamac, quien era considerado el Dios del fuego e hijo del sol. Del mismo modo se le conocía como el Dios de los temblores pues se le vinculaba con los movimientos sísmicos.
Muchos nobles creían en el oráculo (el Dios Pachacamac), pues consideraban que les permitiría ver el pasado y el futuro. También guardaban cierto temor hacia la deidad porque si lo hacían enfadar no contarían con las cosechas suficientes para subsistir. Tampoco nadie osaba mirarlo de frente, solo le hablaban de espaldas ya que la divinidad era capaz de enojarse y causar terremotos.
La imagen del señor Pachacamac fue encontrada por Alberto Giesecke en el Templo Pintado. La deidad estaba tallada en un palo de lúcumo, en la cual había representaciones antropomorfas, de aves e inclusive de plantas y felinos.
Algunos estudiosos aseguran que las figuras grabadas simbolizan una dualidad masculina y femenina. Además, en la parte inferior se puede apreciar pasajes de la vida del mundo andino como el Hanan Pacha o mundo de los de arriba, el Cay Pacha o el mundo del presente y el Uku Pacha o tierra de los muertos. Esta imagen se conserva hasta nuestros días en el museo de sitio de Pachacamac.
Circuito de las ruinas
En medio de un paisaje desértico y cerca al mar, descansan imponentes las ruinas de Pachacamac. Durante el recorrido nuestros ojos se despliegan al observar el material de construcción: barro, adobes y el color rojo que ha ido desapareciendo con el correr del tiempo.
En el recorrido se puede apreciar tres promontorios rocosos: El Templo del sol, el Templo Primigenio y el conjunto de Taurichumpi. Aparte están las construcciones en la parte baja como el Templo de la Luna o Acllahuasi. La plaza de los peregrinos se encuentra al pie del Templo del Sol y por último tenemos el Templo de Pachacamac.
Asimismo, se puede observar quince edificios piramidales con rampa y patios que se asientan en la parte baja y céntrica de la zona arqueológica. Estas pirámides sirvieron como depósitos para los alimentos e incluso asumían parte de la función mágico religiosa. La única diferencia entre las pirámides es el mayor o menor volumen arquitectónico y la orientación del eje de sus rampas.
En el Templo del Sol se puede apreciar que está conformada por terrazas que terminan en forma trunca y cuyos niveles se comunican por escaleras en lugar de rampas. Es la estructura mejor conservada y más elevada de Pachacamac (40 metros aproximadamente). Se edificó sobre un promontorio rocoso y está constituida por cinco especies de grandes andenes, que en conjunto conforman una pirámide trunca. Su forma es parecida a la de un caracol marino para el culto al agua.
Y está templo de Taurichumpi, denominado así por el curaca Taurichumbi que residía en este sector en tiempos de la invasión española y estaba encargado de la administración seglar. En este lugar llegaron a instalarse en algún momento Hernando Pizarro y su tropa.
Siguiendo con el recorrido llegamos a la plaza de los peregrinos, donde se reunían los feligreses que venían de distintos lugares para rendirle culto al oráculo. Los antiguos habitantes de Pachacamac cimentaron el Acllahuasi de las Mamaconas. Este recinto fue una especie de centro educativo para formar y adiestrar a las mujeres escogidas de diversas provincias del Tahuantinsuyo, que fueron destinadas al servicio religioso en los templos solares. El Acllahuasi fue excavado y restaurado por Julio César Tello.
Visitar Pachacamac no es caro para nada. Es una gran opción para conocer un poco más sobre nuestro milenario pasado.
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