viernes, abril 29, 2011

¿Votar por keiko o por Humala?

No escribo sobre política desde que hice mi tesis. Ese trabajo me dio el apelativo de ser una “Licenciada”, aunque para muchos colegas ese término no es muy importante, pero ese no es el tema de este post.

La política y la historia son elementos que cada ciudadano debe entender y comprender, es su obligación. Alguna vez leí esta frase El país que no sabe su historia, está condenado a repetirla.

Nosotros, los peruanos estamos a pocos meses de vivir la segunda vuelta electoral, sin embargo hay una interrogante que me roba el sueño ¿hemos tomado conciencia de lo que significa tener la posibilidad de elegir al próximo mandatario? Un pregunta sencilla, pero difícil de responder.

Cuando se dieron los resultados de la primera vuelta, los primeros rostros que vi a mí alrededor fueron de tristeza, agobio, miedo y consternación, luego de escuchar el tan esperado flash, dando a los dos candidatos representantes del Sida y del Cáncer, Ollanta Humala y Keiko Fujimori respectivamente, el privilegio de pasar a la segunda vuelta.

No debo negar, la pena que me embargó en ese instante, veía cómo mi país podía repetir la historia. Si bien Ollanta Humala representa el modelo político venezolano, Keiko Fujimori representa la dictadura que su padre ejerció en nuestro país por mucho tiempo.

También escuché una frase que a muchos rondó su cerebro. Podemos hacer una campaña a favor del voto viciado, de ganar esta opción no tendrán más remedio que volver a convocar a otras elecciones generales. En ese momento me di cuenta que algo malo nos estaba pasando a los peruanos, nos estábamos dividiendo nuevamente.

No siempre ganará la persona que queramos, pero ese es el fin de la democracia, la mayoría manda. Y es correcto. Elegoísmo, el individualismo, entre otros sentimientos ha convertido al peruano en un ser poco razonable.

Nadie pensó en las personas que votaron por Humala, acaso ellos son unos ignorantes como varias frases en las redes sociales lo hacían entender. En este mundo nadie tiene la verdad absoluta.

Tiempo atrás entrevisté a Mauricio Mulder y cual pitonisa le realice la siguiente pregunta, ¿Qué pasaría si en el 2011 pasan a segunda vuelta Keiko Fujimori y Ollanta Humala?, recibí la siguiente respuesta, no responderé, pues considero que ese panorama electoral nunca se dará, porque Humala representa el voto de rebeldía y de protesta y ahora el peruano no tiene de qué quejarse, hemos reducido el índice de pobreza (…)

Las personas que votaron por Humala, están cansadas de seguir esperando que la democracia cumpla con sus requerimientos. Es importante traer inversión al país, pero cuando cumplirán con las personas que depositaron la confianza en los candidatos que llegaron a la presidencia, o solo recurren a población con la finalidad de llegar al poder. (Continuará)

sábado, abril 23, 2011

La envidia…

Un sentimiento extraño pude embargar a las personas carentes de afecto en su vida. A mi corta edad, he conocido diferentes situaciones cómodas e incómodas. Cuando cumplí catorce años fui testigo de una traición. No vale la pena recordarlo. Con esa experiencia, me di cuenta de la existencia de la envidia.

Lamentablemente, la envidia no siempre proviene de los enemigos, sino de los propios amigos. Suena increíble, pero es cierto. A veces las personas estarían felices si uno estuviera solo. Tratando de entender su psicología, quieren verte convertidos en ellos, seres frustrados.

Satisfacer al imaginario colectivo es muy complicado. La gente no se conforma con nada. Si estás gordo, eres obeso; si estás flaco, eres anoréxico. O tal vez si llamas a tu enamorada eres un controlador; y si la dejas de lado, no la quieres. Las premisas son escuchadas a menudo por diferentes amistades o incluso por familiares.

Mi madre constantemente me dice: “en el trabajo no existen amigos”. Creo que ahora tiene mucho sentido esa frase. Toda una experimentada en la materia, pues ella conoció a mi padre en su medio laboral, pero supieron manejar bien la situación, porque se encontraban en diferentes áreas y turnos.

No me resulta difícil mantener una relación en el trabajo. Claro, sin hablar con tu pareja ni exponerte con él en tu centro laboral, porque si no empiezan los comentarios inoportunos de los compañeros. Pueden llegar hasta calumniarte y eso sí que friega.