sábado, abril 23, 2011

La envidia…

Un sentimiento extraño pude embargar a las personas carentes de afecto en su vida. A mi corta edad, he conocido diferentes situaciones cómodas e incómodas. Cuando cumplí catorce años fui testigo de una traición. No vale la pena recordarlo. Con esa experiencia, me di cuenta de la existencia de la envidia.

Lamentablemente, la envidia no siempre proviene de los enemigos, sino de los propios amigos. Suena increíble, pero es cierto. A veces las personas estarían felices si uno estuviera solo. Tratando de entender su psicología, quieren verte convertidos en ellos, seres frustrados.

Satisfacer al imaginario colectivo es muy complicado. La gente no se conforma con nada. Si estás gordo, eres obeso; si estás flaco, eres anoréxico. O tal vez si llamas a tu enamorada eres un controlador; y si la dejas de lado, no la quieres. Las premisas son escuchadas a menudo por diferentes amistades o incluso por familiares.

Mi madre constantemente me dice: “en el trabajo no existen amigos”. Creo que ahora tiene mucho sentido esa frase. Toda una experimentada en la materia, pues ella conoció a mi padre en su medio laboral, pero supieron manejar bien la situación, porque se encontraban en diferentes áreas y turnos.

No me resulta difícil mantener una relación en el trabajo. Claro, sin hablar con tu pareja ni exponerte con él en tu centro laboral, porque si no empiezan los comentarios inoportunos de los compañeros. Pueden llegar hasta calumniarte y eso sí que friega.

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